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12 lecciones para aprender a invertir

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12 lecciones para aprender a invertir

11 de Diciembre 2024

¿Alguna vez escuchaste que “el dinero no crece en los árboles”? Es la típica respuesta de los padres cuando su hijo pequeño les pide dinero.  También es la respuesta de quienes no son inversionistas.

Yo no recuerdo haberlo escuchado de pequeña; mis papás eran muy organizados, ahorradores y también invertían su dinero, tenían muy claras sus prioridades: primero compraron la casa en la que vivimos y después invirtieron en un terreno, construyeron una casa y la pusieron en renta —eso fue a finales de los ochenta, y esa casa sigue generando ingresos y plusvalía—. Esa era la forma tradicional de invertir de la mayoría de los mexicanos que tenían la posibilidad de hacerlo.

Te cuento un poco de historia.  En esa época, las inversiones a plazo fijo a duras penas cubrían la inflación, mientras que en 1986 y 1987 la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tuvo crecimientos más que irracionales.  Por eso, en aquel entonces, decían que debías invertir en bolsa, pues se estaban haciendo fortunas. Y eso fue lo que pasó: muchos invirtieron sus ahorros de toda la vida, algunos vendieron sus casas para meter el dinero en la bolsa, otros renunciaron a sus trabajos e invirtieron su liquidación. Por su parte, mis papás y mi tía también se sintieron atraídos por el ese mercado que crecía como la espuma y, con una vaga idea de lo que compraban, invirtieron en bolsa.

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Tan solo de enero a mediados de octubre de 1987, el IPC, principal indicador de la BMV, tuvo un alza de 690%. A pesar de que, ese año, la inflación alcanzó 150%, los rendimientos eran bastante atractivos y más que contrarrestaban los efectos de la pérdida en el poder adquisitivo. Sin embargo, el 19 de octubre de 1987, en el llamado “lunes negro”, la bolsa cayó 16.51%.

Lee: Conceptos básicos que debes conocer antes de invertir

Yo estaba muy chiquita para entender todo esto, pero me daba mucha curiosidad el tema de las inversiones; creo por eso decidí estudiar finanzas. En la universidad lo entendí todo, en aquella época los mexicanos pasaban por el peor periodo de inestabilidad económica, inmersos en una crisis que hacía insostenible la vida cotidiana de los mexicanos (si hoy sientes que sufres los efectos de una inflación de 8%, imagínate cómo fue vivir con inflaciones superiores al 100% cuando cada día te alcanzaba para comprar menos).

En ese entorno, las casas de bolsa abrieron sus puertas a inversionistas inexpertos que fueron atraídos por los altos rendimientos. Cualquiera invertía en bolsa, no se necesitaba experiencia ni conocimientos. Para que te des una idea, previo al Covid llegábamos a 300 mil cuentas bursátiles individuales en México, ¡mientras que en 1987 había cerca de 1.25 millones! Miles de personas con nula preparación invirtieron su patrimonio, su liquidación, hipotecaron sus casas… hasta la colegiatura se invertía un par de días. Con tan alta demanda por acciones, su precio subió mucho más que su valor. 

En medio de esa burbuja financiera, los inversionistas experimentados amasaron grandes fortunas ante lo irracional del mercado que seguía subiendo hasta que una serie de acontecimientos provocaron que los mercados de valores de todo el mundo se desplomaron en un intervalo de tiempo muy breve.

El desplome arrasó con el patrimonio de miles de mexicanos que decidieron vender sus acciones. Ello satanizó las inversiones en bolsa, pues la gente se sitió defraudada. Aquellos inversionistas que aguantaron la baja vieron recuperada su inversión al cabo de un par de años con grandes rendimientos.

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Ciertamente, eran otros tiempos y los mercados no estaban tan regulados como lo están ahora, había mucha desconfianza y desconocimiento, sin embargo, el mercado accionario es una excelente opción para planes a futuro, ya que históricamente ha pagado más que cualquier otro instrumento en periodos de más de 10 años.

Lo que nos deja esta historia son lecciones que debemos saber antes de realizar una inversión:

  1. Nunca inviertas en algo sin entender qué se hace con tu dinero para generar los rendimientos, y cómo ganan los demás.
  2. No te dejes llevar por rendimientos pasados, ya que no son garantía de rendimientos en el futuro.
  3. Al establecer tus objetivos de rendimientos, ten en cuenta la inflación.
  4. Invierte únicamente dinero que no necesitas y que puedes invertir en el largo plazo.
  5. Empieza con poco dinero en lo que vas aprendiendo la dinámica de inversión.
  6. Las perdidas o ganancias son efectivas al momento de desinvertirse; antes de eso sólo son valuaciones de mercado conocidas como plusvalías y minusvalías.
  7. Ten una estrategia para limitar tus perdidas y otra para realizar tus utilidades.
  8. Si tu inversión te quita el sueño, significa que invertiste demasiado.
  9. No pidas dinero prestado para invertir; sólo incrementará tus niveles de ansiedad.
  10. Elige el instrumento de inversión adecuado a tu objetivo de inversión y tu perfil de riesgo, todos tiene un plazo de permanencia recomendado.
  11. Aprende todo lo que puedas, estudia cómo afectan las variables económicas a tu inversión y qué instrumentos podrías incluir en tu portafolio para disminuir el riesgo. Toma cursos, lee libros, escucha podcasts; hoy en día existe mucha información que puedes investigar por tu cuenta.
  12. Diversifícate, se disciplinado y ten paciencia.

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Hoy en día no hay excusa que valga para no invertir.  Ahora, los montos para realizar una inversión son mínimos y cada vez es más fácil y seguro.  Si aún tienes miedo de invertir en acciones, puedes optar por iniciar en un fondo de inversión de renta variable, los cuales están administrados por analistas expertos; existe una gran variedad de ellos, seguro alguno se adecua a tus objetivos de inversión.

La única forma de aprender a invertir y perderle el miedo es haciéndolo. Un agricultor siembra una semilla con la expectativa de que germine, crezca y dé frutos; si la semilla no germina, revisa qué fue lo que falló, lo corrige y vuelve a sembrar hasta que logra la cosecha. Pasa igual con los inversionistas: no tienen la certeza de los resultados de su inversión, pero sí tienen el firme propósito de que su dinero trabaje para ellos y están dispuesto a aprender de los errores hasta lograr su objetivo.

Por eso yo siempre digo que el dinero sí se da en aquellos árboles que siembras, cuidas y tienes la suficiente paciencia de verlos crecer al tiempo que los proteges de los malos temporales y aprendes de los errores.

 Dime… ¿estás listo para sembrar tu árbol?

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