Todos hemos sufrido la pérdida de un ser querido y nos hemos sentido con un vacío muy grande.

El final de un año representa una muy buena oportunidad para hacer un alto en el camino y hacer un recuento de lo que hicimos, de lo que logramos y de lo que nos quedó por hacer.

Un día cualquiera me levanté pensando en mi yo futuro, o sea, la Miriam de 65 años, cuando llegara el momento de jubilarme.

Por fin llegó diciembre y lo que muchos estaban esperando: el aguinaldo. Gastarlo en compras, regalos o diversión es muy habitual.

No cabe duda que las mujeres juegan un papel central en la sociedad y en la economía de nuestro país. Muchas son profesionistas, empresarias o líderes de sectores sociales.

Existen muchas personas que deciden independizarse, o simplemente empiezan a trabajar bajo un esquema de honorarios. Esto suele ofrecer algunas ventajas, como mayor flexibilidad de horario o establecer un ritmo de trabajo diferente.

Por eso, es importante que al invertir nuestro dinero, pensemos en hacerlo más allá de nuestras fronteras: diversificar de manera global.

Todos hemos hecho alguna vez propósitos de año nuevo que pocas veces – por no decir nunca – cumplimos. Suelen quedarse en buenos deseos nada más, los cuales quedan en el olvido después de algunas semanas.

En la vida siempre suceden cosas imprevistas. Por ejemplo: el auto se descompone y resulta ser una reparación mayor.

Muchas familias sufren cada vez que vienen gastos fuertes, que no ocurren todos los meses, como el predial, las inscripciones escolares, las vacaciones, la prima anual de los seguros o los regalos de navidad.